¿Cómo era el diseño de moda interior antiguamente?

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Desde los corsés hasta el Wonderbra. Desde un uso limitado a “tapar las vergüenzas” hasta el culto al cuerpo. La exposición Intimidades. La ropa interior del siglo XIX al siglo XXI, que se puede visitar en el Museo de la Piel de Igualada, una exposición que recorre más de dos siglos de historia de la ropa interior. A pesar de que no se excluye la ropa interior masculina, el énfasis es femenino, dado que es en la ropa íntima de la mujer donde más se evidencia la transformación de la sociedad, la estética y los valores y criterios morales.

La muestra arranca con el inicio del siglo XIX, cuando el ascenso de la burguesía empieza a influir en una moda más simple que la decadente aristocracia. El papel de la mujer, sin embargo, continuaría relegado a reflejar en su apariencia la prosperidad del padre o marido. La ropa era espectacular, pero incómoda y poco práctica. Diseñada para marcar la cintura, la ropa recurría a artificios como los corsés para conseguir una forma de reloj de arena. Pero la mayoría de la gente sólo tenía acceso a piezas más sencillas, como por ejemplo camisas, medias y enaguas.

Esclava del corsé

Con la llegada del siglo XX, la producción industrial pone al alcance de las clases trabajadoras los modelos estéticos de las élites y la mujer se hace totalmente esclava del corsé, una pieza que era sinónimo de honorabilidad. No se pudo empezar a desencorsetar –en sentido literal y figurado– hasta la Primera Guerra Mundial. El llamamiento de hombres al frente dejó vacantes muchos puestos de trabajo que sólo podían ocupar las mujeres. El sentido común acabó imponiendo ropa más funcional.

En 1914, la aristócrata norteamericana Mary Phelps Jacob patentó los primeros sujetadores, una pieza revolucionaria que se añadió a las calcetas y las faldas, que se irían acortando a lo largo de los años siguientes. La faja permitió a las mujeres seguir con cierta comodidad los modelos estéticos del momento.